A veces siento que la vida nos pone en el camino personas maravillosas con un propósito concreto; vienen a cumplir una misión a veces, sin ellas saberlo. Este curso tengo un maravilloso alumno que cuando menos lo espero, cuando estoy más ajetreada y sobretodo, cuando más lo necesito, me ayuda a pararme, reflexionar y simplemente dejarme deleitar por la magia del lenguaje, por la magia de su lenguaje.
Empezamos desde cero. Lo importante era que te sintieras a gusto, que no me vieras como una extraña, que me miraras y que sintieras que podías confiar en mí sin necesidad de recurrir a las palabras. Y lo hicimos, poco a poco fuimos pasando más ratito juntos, empezamos a compartir objetos, juguetes y momentos.
Luego llegaron los sonidos y descubrimos que eso de escuchar se te da genial. Y después despertaron las palabras: animalitos, juguetes, cosas del colegio, prendas de vestir, alimentos...y colores, ¡muchos colores!
Y como marcas el ritmo con tu barita mágica, ahora toca avanzar e ir un paso más allá, ahora quieres conectar:
Ahora quieres usar las palabras para entender el mundo y poder darle forma a tu pensamiento:
Y lo estás haciendo, ¡vaya si lo estás haciendo! Usas conceptos y los estás conectando, y lo que es mejor, me haces partícipe. Hoy has detenido mi actividad con un: ¨¡mira, Ana!¨ que me ha maravillado tanto, que sólo he podido sentarme en el banco a mirarte hablar.
Tu lenguaje ha florecido como por arte de magia. O a lo mejor la magia no tiene nada que ver y ha sido simple y llanamente por tu tesón y constancia y por ese amor que te tienen todas las personas que te rodean y que te ayudan a crecer.
Gracias por dejarme mirar, muñeco.
:)
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